martes, 19 de agosto de 2014

El ruido de las campanas


En estos días ha salido publicado en diversos medios que las cuatro caras del famoso reloj Big Ben de Londres van a ser sometidas a tareas de limpieza en lo alto de la Torre de Isabel, de más de 95 metros de altura. El trabajo será llevado a cabo por un equipo de expertos que realizarán el trabajo suspendidos convenientemente a dicha altura, a razón de una cara del reloj por día.

Lo curioso de la noticia es que si bien las agujas del reloj dejarán de funcionar para permitir realizar correctamente la limpieza, las campanas de la torre seguirán funcionando en su modo habitual. 


De la noticia se deduce que durante cuatro días estos operarios estarán trabajando, además de colgados a noventa metros de altura, a escasos metros de 5 campanas que repican cada cuarto de hora. La más grande y famosa de estas campanas es la conocida como Big Ben (denominación que se asocia también con la propia Torre), de más de 13 toneladas de peso, que repica cada hora. Los niveles de ruido que generan alcanzan los 118 decibelios

Para hacerse una idea, imaginad que estáis en vuestra casa o en vuestro trabajo y que cada 15 minutos suena una sirena de emergencia o un avión despega en la finca de al lado. ¿Descansarías igual? ¿Rendiríais lo mismo?... Pues esas son las condiciones en las que van a tener que trabajar estos expertos trabajadores durante cuatro días.


Desde Sonen sentimos que forma parte de nuestro trabajo el intentar concienciar a la sociedad y a las autoridades pertinentes de los perjuicios que el ruido provoca en la salud de la gente. En este caso concreto, entendemos que debiera ser tan importante (o más) detener el funcionamiento del reloj como el de las campanas mientras se llevan a cabo las tareas de limpieza, más allá de proveer a los operarios de unos simples protectores auditivos. No sólo para realizar correcta y eficientemente su trabajo, sino por la propia salud física y mental de los trabajadores.

La problemática de las campanas


De nuevo para hacerse una idea, niveles superiores a 35 decibelios en el interior de una vivienda pueden llegar a provocar insomnio. Y si este ruido se sufre periódicamente, cada día, a cada hora o incluso varias veces por hora, la cosa puede desencadenar en graves consecuencias físicas y psicológicas (fatiga, estrés, tensión, dolor de cabeza, alteraciones digestivas, malhumor, falta de concentración, etc.).

En lo que respecta al ruido producido por las campanas de iglesias, catedrales, etc. son muchas las quejas de personas afectadas e incluso existen diversas asociaciones como la Plataforma para la reducción de campanas en España o la IG Stiller en Suiza, que luchan para conseguir regularizar la actividad de los campanarios. En base a nuestra propia experiencia, diferentes mediciones de ruido en las proximidades de campanarios han registrado niveles superiores a 80 dBA en las fachadas más expuestas de las viviendas próximas, lo que equivale, por ejemplo, a que pasen simultáneamente 4 camiones de la basura por delante de la puerta de tu casa.



La problemática de los campanarios no parece presentar fácil solución. Argumentos tales como que las campanadas sirven de referencia horaria o que son una tradición (…) resultan ser, en contra de la lógica, lo suficientemente sólidos como para que a día de hoy el repiqueo de las campanas no esté, como mínimo, debidamente regularizado. No le faltaba razón a Don Quijote cuando dijo aquello de “Con la iglesia hemos topado”…


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